Como todos los días, me desperté a las 5:30 de la mañana, leí un poco y después de eso me puse a meditar.

Hice mi día habitual: me bañé, levanté a mis hijas a base de una dotación especial de besos y arrumacos en cama; les dije que se bañaran, hice el lunch, el desayuno, las fui a dejar a la escuela, -casi llegamos tarde- y luego me fui al trabajo.

Escribí un poco para un evento que tenemos pronto, tuve una junta, y como es es miércoles, vi a mi ex novio que es proveedor de la empresa, planeamos cómo seguir construyendo para la compañía dejando de lado el derrumbe que sentimos al vernos a los ojos, y después de eso, me tocó ir al doctor.

Hace unos meses que tengo muy roja la cara, así que decidí ir con mi dermatóloga de cabecera, quien al verme se espantó. Digo, no parecía una manzana roja, pero pensemos que ella sabe cosas. Me checó y me dio un diagnóstico que, por supuesto, no les diré.

Después de eso, me tomaron unas fotos y me dijeron que la edad de mi piel es de alguien 4 años más grande que yo. “Ah, ni es tanto”…

Regresé con la doctora después de esas fotos y me dijo que tiene que mandarme estudios porque, a pesar de que lo que tengo es de fácil tratamiento, la raíz puede ser por altas concentraciones de cortisol, por estrés y ansiedad. ¿Por qué tendría eso? Si ni hago nada…

Al final, después de las 3 horas que me mantuvo encerrada para hacerme limpiezas y algunas cosas más en mi hermosa cara, me dio una receta con 9 medicamentos, uno de ellos, crema para los ojos. Sí, estoy ojerosa.

¿La crema de ojos también podrá borrar las marcas que dejan las palabras no dichas?

¿Hasta dónde somos capaces de “estirar la liga”?

Hay días 🌿

Deja un comentario

Soy Sara

Me encanta escribir para ti.

Let’s connect